La Torre Tavira desde sus alturas, serena nos mira. Y una nube corre.Tan alta es la torre que subes y subes cerca de las nubes. Y arriba ¿qué ves? Todo Cádiz rendido a tus pies!!

domingo, 19 de junio de 2011

El reencuentro


Después de muchos años sin pisar tierras Gaditanas, en el mes de Febrero sentía la emoción de atravesar el puente Carranza de nuevo, vislumbrar la silueta de esta tacita de plata, los astilleros formando parte del paisaje, sus calles tal y como las recodaba de chico.

Llegaba para encontrarme frente a frente con el Carnaval, después de seguirlo durante años por televisión.
Por fin el sueño se hacía realidad, en el ambiente se notaba ese espíritu que nos acompañaba mientras hacíamos nuestro particular pasacalles hacia el Gran Falla, nos guiamos por el instinto, la Torre Tavira era nuestro punto de referencia para llegar y así fue cuanto más cerca, los nervios y las pulsaciones crecían y se aceleraban.

A las 2:30 salía del teatro por la calle del Sacramento dirección Torre Tavira pero no había ni un alma en la calle, que le daba a esa pequeña ciudad un aire mágico y misterioso entre tanta callecita pequeña.
En los bares de las inmediaciones se preparaban para seguir una nueva jornada por onda Cádiz. Yo esta vez estaría dentro y no al otro lado de la pantalla. 

La mañana siguiente era un día soleado, en el que a pesar de ser el mes de febrero, no era necesaria ni una chaquetilla, iba recorriendo las calles, de plaza en plaza, de la plaza Mina, a la plaza de San Antonio, de la plaza de San Antonio a la plaza del Mentidero, y de la plaza del Mentidero me llevo a la caleta, allí estaba como si no hubiera pasado el tiempo por ella.

El campo del sur me llevo hasta la catedral escenario ideal para hacer un alto en el camino y subir más tarde a la Torre Tavira y ver Cádiz en todo su esplendor, otro alto en el camino para tomar la merienda en la plaza de las Flores con unos churritos y una charla profunda, sin prisas, disfrutando el momento. Era la hora de volver al Gran Falla, ya caía la noche sobre las calles y desde una ventana abierta se escuchaba el ensayo de una de las agrupaciones. 

Esa noche el patio de butacas no cabía un alfiler, salir de allí con una sonrisa de todo fue bien, esperando volver lo antes posible. La calle del Sacramento nos lleva a nuestro destino pensando en que hemos vivido en un sueño pero que era realidad. La aventura se acaba volviendo a cruzar el Carranza y con una lagrima en los ojos decir volveremos pronto.

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