La Torre Tavira desde sus alturas, serena nos mira. Y una nube corre.Tan alta es la torre que subes y subes cerca de las nubes. Y arriba ¿qué ves? Todo Cádiz rendido a tus pies!!

martes, 24 de mayo de 2011

La Playa


La vida es complicada, cuando queremos ir por un camino acaba llevándonos por otro y por más que puedas intentar buscarle un sentido no lo tiene, la vida simplemente hay que vivirla, sentirla y amarla porque no hay otra igual. Te puedes llevar tristezas, angustias y disgustos pero cuando encuentras a alguien que te comprende, te entiende, te demuestra lo importante que eres en su vida ya sea en el amor o simplemente en una amistad, no hay nada más fabuloso en el mundo. Muchas veces puede ser tarde cuando nos demos cuenta, otras estamos a tiempo de no volver a equivocarnos. Aquí dejo este maravilloso texto de María que lo disfruten.


Despertó con los primero pespuntes del alba. Él no estaba a su lado. Esperó un rato entre las sábanas arrugadas y húmedas por el agonizante Verano, que poco a poco se iba yendo por la puerta de atrás. Se levantó, y al dirigirse a la ventana, una bocanada de brisa suave marítima le dio en la cara.  Desnuda, se encedió un cigarrillo mientras vislumbraba, a lo lejos, la Bahía. ¡Qué hermosa!, Pensó. Parecía un semicírculo negro punteado por las luces. A lo lejos: los barquitos del Puerto de Santa María; dónde un buen día, en un vaporcito, hizo su viaje, la célebre Tia Norica.

Todo lo que veía era, hermoso y tranquilo; y el alba, todavía lejos iba dejando atrás una mañana que parecía soleada: mientras daba caladas y caladas de su cigarrillo que se iba consuemiendo poco a poco.
Así estuvo, un buen rato, sin hacer absolutamente nada. Solo fumando y mirando la Bahía, mientras la brisa de tierra le refrescaba la piel y los recuerdos. Recuerdos que se sucedían  tan rápido como la primera vez que lo conoció. La primera vez que lo besó. La primera vez que le cogió la mano. La primera vez que se perdieron por esa Bahía que ella recordaba deslumbrante y mágica. Los primeros rincones de esa Tacita de plata ella por delante a pasos agigantados, el detrás, contemplando todos y cada uno de sus movimiento. O el correr por esas callejuelas para ver por primera vez el Gran Teatro Falla. 

Tranquila. Eso volvió a pensar. Dicen que tras la tempestad, llega la calma. Pero ella se sintió como ese cigarrillo recién consumido.  Y entonces pensó que la vida era, a veces tan hermosa que no se parecía a la vida.

Continuara...




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